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El Ángel Caído - Cap. 1

El Ángel Caído

Empecé a retomar conciencia, se oían gritos y ruedas, seguro que todos están huyendo. Me levanto lentamente y entorne los ojos para ver mejor. Cuando me acostumbre a la luz de las llamas, ya no había tanta gente en el pueblo. Comencé a caminar y de repente, como una bala, su nombre llenó mis pensamientos. Grite su nombre mientras corría hacia los edificios de barro. Todos gritaban y se dirigían en dirección al sur.

Un grupo de gente rodeaba algo, me dirigí hacia allí. Un gemido fuerte y lleno de dolor me paralizó. Al recobrar la compostura unos segundos mas tarde, me acerque y de pronto unas alas enormes de murciélago se levantaron por sobre la gente y todos salieron corriendo excepto 3 hombres y yo. Un cuerpo pálido como la luna se erguía de apoco y tan delicadamente que parecía un ángel.

Su rostro cubierto por una densa cabellera negra miraba hacía abajo. Estaba cubierta por trapos y tenía un extraño resplandor, algo como un aura pero que brillaba, pero no despedía tristeza o desesperanza, como uno piensa por su aspecto. Se levanto por los aires sólo unos centímetros y apoyo sus delicados pies sobre la hierba.

Sus alas se fueron cerrando hacia su espalda hasta que se esfumaron detrás de ella. Si piel se obscureció hasta quedar tono natural.

Su aura se apagó y fue cayendo poco a poco. Corrí para atraparla antes de que ella cayera al suelo. La sostuve entre mis brazos, estaba inconsciente. La cargué en mi hombro y la subí a una carreta. La recosté en el suelo y le corrí los pelos del rostro, estaba pálida y tenía ojeras. Como era la última carreta, estábamos solos, son el que manejaba, claro, y su esposa (al parecer).

Me quedé dormido después de un rato junto a ella. Recodé lo que pasó esa noche, soñé con eso y me desperté. Ya era de día y ella no estaba junto a mí. Me enderecé y me volteé; el granjero seguía manejando y su esposa aún dormía. La chica estaba en el borde de la carreta. Me senté junto a ella, pero no volteó.

- Te caerás – Dije.

- Da igual – Su vos era suave y agradable al oído, pero sonaba ahogada, triste.

- ¿Estás bien? 

- No, tú crees que estoy bien, viste en que me transformaron. Contestó ella.

- Si, lo siento. ¿Quién te lo hizo?

- No lo se, y de me igual, no quiero hablar de esto, vete.

- No

- Si no te vas, me voy yo.

- Bueno, me voy.

- Gracias.

Por la tarde pasamos por un pueblo para ir a comer. Me senté junto a ella, pero no me prestó atención. No comió nada, y se metió en el bosque con la escusa de tener que “hacer necesidades”. Después de un ratito, fui tras ella.

Mire a la derecha y a la izquierda y después al frente… Ouch!! Ella se dio vuelta y vi sus ojos por primera vez, eran grises con tonos violetas cerca de la pupila. Su cara estaba tan cerca de la mía que esta sentí la ira que emanaban de sus ojos, hasta que quemaba la piel.

- ¿Qué haces aquí? – Dijo ella.

- Quería saber si te sentías bien.

- Pues no lo estoy, no quiero hablarte de eso.

-  Estoy aquí para escucharte – Lo dije haciendo una reverencia.

- A si!!? Bueno, siéntate que te cuento.

Me contó cómo fue secuestrada por los Demonios y como abusaron de ella y la hicieron su esclava.

La convirtieron para venir acá y atacar, ya que los guerreros estaban ocupados exterminando a los hombres lobos.

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